Los demonios no existen,
nosotros somos demonios y no hay un infierno esperándonos al morir, ya vivimos
en él. Lamentablemente somos parte de la generación más estúpida que ha visto
la humanidad y peor aún, esa misma estupidez está deshumanizándonos.
¿Pero que nos hace humanos?
Muchos dirán que la
maravillosa capacidad de pensar, razonar hasta el punto de discernir el bien
del mal y en consecuencia en miras de un bien mayor y colectivo, hacer el bien,
tomar el camino del bien. Ese potencial en visualizar futuros, posibles
escenarios y así, poder planificar lo que nos sucederá siendo dueños de nuestro
propio destino. Tal vez el hecho de ser la única llamada vida inteligente que
conocemos que existe, supongamos que esa singularidad amerita llamarnos
humanos, esa especie diferente, sublime, inigualable, un dios mismo para regir
la tierra. Pero los años han ido devorando camino y se supone que acotando
distancias a lo que tachamos como civilización, un entorno idóneo para que el
humano lo habite.
Para mí, lo que nos hace
humanos son los sentimientos.
En marco de la revolución
francesa, el pueblo que por siglos vivió esclavizado a la monarquía, la iglesia
y todo aquel que tuviera mayor poder, se creyó en el sueño de un pueblo francés
con plena libertad, fraternidad e igualdad. Rápidamente esa pólvora se esparció
por el resto del mundo alzando una revolución social que alcanzó cada rincón
del planeta. De pronto, todos estaban fundando sus naciones con la leyenda libertad,
igualdad y fraternidad, pero, al mismo tiempo delimitando fronteras, buscando a
escondidas el poder para acomodarse a los cambios y disimular el mismo lucro
que estaban acostumbrados a tener atropellando los derechos que todo humano
como personas. Y es ahí cuando entran las emociones y se vuelve importante lo
que sintieras o pensaras. La libertad te significa que podías buscar la
felicidad, el propósito y el sentido de la vida haciendo lo que te valiera en
gana siempre y cuando no atropellaras los derechos de tu hermano. La igualdad
dictaminaba que todos los humanos sin excepción, sin importar ideologías
políticas, clases sociales, preferencias sexuales (en los últimos años), raza o
cultura, edad o sexo éramos y seriamos iguales siempre y por ello, se debían
respetar nuestros derechos a la vez que nosotros respetábamos los derechos de
los demás. Y por último, la fraternidad debía recordar que por ser todos
iguales, humanos, éramos hermanos y como tales, el amor entre hermanos debía
ser primordial, estando ahí para tu prójimo cuando lo necesitara.
Han pasado tres siglos de
lucha. Unos años mejores que otros, unas generaciones más determinadas que
otras, pero sin duda la nuestra es la más estúpida de todas, víctima de la
DESHUMANIZACIÓN. Como en todo proceso, nuestros antecesores cometieron errores
y muchas veces la igualdad, libertad y fraternidad se han violado por esos
acomodados que buscan a toda costa su felicidad en el maldito dinero.
Hace poco más de 30 años
comenzó a ganarse la lucha contra el racismo, a darles el lugar a la diversidad
racial junto con el resto de la humanidad y aunque la guerra no se ha ganado, y
el racismo sigue preocupantemente vigente actualmente, los avances de hombres y
mujeres valientes nos dejaron un precedente para seguir su lucha. La mujer cada
día está más involucrada demostrando que muchas veces es hasta más capaz que un
hombre, y gracias a mujeres valientes la igualdad de género, ha sentado
cimientos para seguir esa lucha por una verdadera igualdad. Y qué decir de la comunidad
homosexual, nos han recordado que el humano merece la libertad de ser y decir
lo que plazca en el plano del respeto mutuo de los derechos individuales.
Pero nos estamos
deshumanizando. En este momento, la generación que está por tomar el frente de
batalla es estúpido. Lentamente y sin tener la mínima conciencia, desde niños
comenzaron a colocarnos una venda en los ojos, taparnos los oídos y cortarnos
la lengua. ¿Cómo?, los medios masivos de entretenimiento tienen el poder de
controlar he influenciar la opinión del público. Y sin darnos cuenta nuestra
mente es bombardeada con ideas que echan por la borda todas las luchas. De pronto
pararte en la esquina de la calle para ayudar a cruzar al adulto mayor es una
molestia, ceder el paso a otro conductor es ser ingenuo, respetar a un gay es
un delito, las mujeres son una figura perfecta con mucho que mostrar y poco que
decir, y especialmente ellas, son objeto sexual para disfrutar del momento y el
amor, lentamente se ha convertido en cosa del pasado, a tal punto que quienes
saben amar, se les llama especie en extinción. Y nuestro planeta, nuestra
tierra está sufriendo nuestro destructivo paso, incendiamos o derribamos los
bosques y asesinamos a quienes los defienden. Seguimos excluyendo a los pueblos
nativos de nuestras américas, tachándolos de indios he incivilizados por seguir
viviendo de la naturaleza o por no postear selfies y estados en las redes
sociales, o vestir como los gringos y europeos, no tener esa sonrisa perfecta o
conocer y cantar las canciones top.
Esa ignorancia se nos implanta
con una televisión plagada de entretenimiento barato y consumista para mentes
idiotas, música simple y SIN ARTE que no transmite lo que el humano es, modas y
redes sociales que absorben nuestra mirada y atención a lo que realmente
importa dedicarle tiempo y un gran espacio en nuestra mente. De pronto, la mayoría
ya no estamos conscientes que tenemos que continuar las luchas por la libertad,
igualdad y fraternidad, porque no sabemos que conlleva, porque no sabemos que
significa, porque no leemos, porque no pensamos, porque dejamos de sentir,
porque somos estúpidos, DESHUMANIZADOS. Maquinas consumistas del capitalismo.
Y bien, ese mismo control de
nuestra mente, dejar en un segundo plano LA EDUCACIÓN, provoca que adormitados
no nos demos cuenta de la razón por la que vamos directo a estrellarnos y no
actuemos para evitarlo.
Pero estamos a tiempo, aún el
barco no se ha hundido, aún podemos cambiar, podemos crear una verdadera
revolución social en contra de los lideres poderosos que por años han soñado
con un pueblo pendejo, tal como en los tiempos de la corona para someterlo y
pisotearlo como la mejor forma para seguir enriqueciéndose.
Luchemos, luchemos y
despertemos para que LA LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD sea más que un sueño. En
nosotros está el cambio.
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