sábado, 8 de abril de 2017

Oh pequeño ser que no sabe nada, no trates de comprenderme cuando yo no puedo comprenderte a ti.
Oh pequeña hoja que se escapa de las ramas, no huyas de algo de te dio la vida, que te vio crecer, que te vio cambiar de color.
Oh ave negra que se para en mi techo, no te pavonees como si no fueras culpable de ser libre.
Oh nubes cobardes, no huyan con el sol.
Oh viento, deja de empujarnos al atardecer.
Oh perro deshausiado, ya no llores por las noches.
Oh padre, si supieras que te extraño más de lo que te amo.
Oh madre, abrazame como a él.
Oh vecino, no pelees con tu esposa que planta las flores en tu jardín.
Oh y la vida no se detiene, ninguna de las vidas dentro de esta vida colapsará si cambiamos nuestra manera de vivir, pero sí la de las personas que nos rodean, esas mismas que sienten el sabor amargo de la destrucción al instante. Cuando sus vidas comienzan a debaratrse como la nuestra, es ahí cuando todos se dan cuenta del cambio.

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