Soy FABRICIO ZEPEDA, creo que
soy el más viejo de todos xD, tengo 18 años, soy de Tegucigalpa, Honduras. Amo escribir,
es parte de mi vida, como alguna vez dije, las letras son un catete que filtra
lo que soy por dentro y lo derrama en forma de arte. Sé que no soy candidato al
Nobel y que a lo mucho y pueda considerarme un escritor real. Como yo hay
muchos más, y este espacio es un ensayo para dejar salir el talento que con
obviamente trabajo, estoy seguro que llegaremos a explotar. Espero disfruten de
nuestra compañía palpada en nuestras obras como nosotros el compartirlas con
ustedes. Este es mi primer post en este proyecto que llevamos a cabo un pequeño
grupo de soñadores que deseamos compartir con lectores curiosos nuestra arte
por medio del blog. Hace mucho tiempo no escribía una entrada y la ocasión de
esta noche lo amerita. En este espacio cada uno de los editores es libre de
compartir lo que se le venga en gana, columnas de opinión, críticas a nuestros
queridos gobiernos, la sociedad, poemas ya sean propios o ajenos, cuentos, o
hasta capítulos de la historia que quieran y necesiten contar. En fin…
A eso de las 3 de la tarde
mientras en mi casa nos inundábamos con
lo más sad de Ricardo Arjona pasó una desgracia. Desde el corredor que
conecta la calle a la sala interior comenzaron a colarse gritos desesperados de
la vecina del frente. Mi perro correteaba desesperado saltando de sillón en
sillón y arañando la puerta. Me dio por asomarme afuera. A tres casas junto a
la mía un incendio estaba consumiendo el estómago a ese humilde hogar. Desesperados
todos los vecinos, incluyéndome llenamos baldes y hoyas con agua para calmar
las llamas antes que se propagasen por la cuadra entera. Una de las vecinas
llamó al 911 para denunciar la emergencia. Uno de los albañiles que trabaja en
una construcción en la misma calle fue el primero en vislumbrar el humo colándose
bajo la puerta, al asomarse encontró a la dueña de la casa, una señora de al
menos 60 años tirada en medio de las llamas. El hombre desesperado rompió una
de las ventanas para rescatar a la mujer. Gracias a la colaboración de todos,
logramos controlar el incendio y la mujer fue llevaba a urgencias. Según se nos
dijo media hora después, la mujer se debate entre la vida y la muerte, víctima
de la gravedad de las quemaduras.
Durante estos últimos días he
estado pensando en lo finito de nuestra vida. Todos tenemos consciencia que la
señora muerte tocará la puerta un día de estos y sin elección seremos llevados
a dar un paseo sin regreso al panteón. Es la única verdad en la vida y no
podemos olvidarla o enterrarla, mucho menos escapar. Y a lo largo de la
historia humana, nuestros antepasados establecieron ritos sagrados para la
muerte.
Pero el entretenimiento,
muchas veces nuestros padres, amigos o la juventud misma nos ciegan. Muchas veces
me repetí ´´es mejor ni pensarlo´´. Pero a la vez que ignoramos la muerte para
VIVIR, el momento muere. El trabajo, los estudios, en algunos casos la
religión, la tecnología o nuestras emociones nos privan de vivir. Desde niños
planeamos un futuro que tardará años en llegar y sacrificamos el ahora para
asegurar el futuro al que quizá nunca lleguemos. Quien quita que un día de
estos el bus en el que viajamos a la escuela se vuelque, una bala fugitiva nos
perfore la cabeza o un dolorcito en la espalda resulte ser un tumor que nos
acorte la carrera a un par de meses. El ser humano nació de la mano con la
muerte y es parte nuestra. Y nosotros, yo, soy un suspiro que con suerte y
llegue a los 70s sin achaques. y vestido con la canicie pasaré mis últimos días
lamentándome de cada segundo que desperdicié.
Chicos, vivamos el momento
(sin descuidar el futuro, claro) seamos felices y sonriamos a la vida porque
aunque digan lo contrario no tenemos derecho a sentirnos tristes, cada suspiro
es irrepetible y lamentablemente se va en un pestañeo. La vida tampoco es color
de rosas, pero nosotros mismos nos fabricamos nuestra felicidad. Construyamos esos
recuerdos de plenitud que valga la pena remembrar cuando la muerte nos tome la
mano y la tierra abra su boca para tragarnos en el olvido. Ese es el punto del
verso que ya había compartido con anterioridad en la página de Facebook.
Llenamos ese vaso con llanto
De ayer, de la semana pasada
Y lo que lloraremos hoy.
No hay que culparlo,
Sostiene el equilibrio en la
cabeza.
Podemos dormir
Y soñar para descansar
Antes que volvamos a derramar
la vida
Dentro del vaso.
Los ataúdes son leyendas
perennes para los vivos.
Amor mío, no convirtamos
nuestras horas en actos fúnebres
No podemos apresurar el
paraíso
Y la vida no tiene dentadura
en su sonrisa.
Amor mío, lloremos dentro del
vaso,
Borremos el fuego ardiendo el
alma,
Escupamos, expulsemos los
complejos
Y las espinas de todos los
días
Que nos están hiriendo el
espíritu.
Amor mío sonríe,
Estoy de este lado de la
historia
Con las alas abiertas,
Puedo atraparte en un abrazo
Que restaure tu humanidad.
Puedo abusar de una guitarra
Y mi canto desafinado
Para exsaltar tu belleza,
La naturaleza pintada de
arcoiris
En tu corazón.
Amor mío, usemos el vaso para
deshacerse de los lamentos
Y vivamos como nunca,
Que no somos para siempre.
FABRICIO ZEPEDA