Juventud.
Estamos destinados a la catástrofe.
Somos un auto cayendo por un barranco.
Somos la jaqueca de los domingos al mediodía.
Somos un montón de cristales rotos que se han desviado de su propósito.
Nos derretimos sobre la acera cuando el día está envuelto en una canícula, nos mezclamos, nos empujamos.
Siempre somnolientos y cansados.
Siempre más deshechos que el fin de semana pasado.
Nos estamos yendo.
Estamos corriendo, nuestros pulmones se están quemando, nuestras suelas se están devaratando.
Tu sonrisa se está desmoronando, al igual que la tarde.
Tu juventud se está desvaneciendo, al igual que tu vida.
Tan predecible, tan llena de sábados ácidos y domingos acedos.
Con moscas al rededor de tus semanas.
Y hormigas caminando por tu cocina.
Al final siempre estamos frente la ventana, mirando los colores pastel del amanecer.
Siempre medio muertos.
Medio vivos.
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